En la mítica Albania
Martes 31 de Julio
Etapa 21. Budva- Shkoder. 90 kms.
Decidimos cambiar la ruta. En vez de ir por el interior, vía Podgorica,
elegimos la carretera de la costa, menos montañosa, pero con fuerte viento
durante la primera parte, que nos dificulta avanzar. No hay arcén y el tráfico es estresante, así que atajamos por una
carretera comarcal muy tranquila y disfrutamos del paisaje.
Pastoras vestidas como hace siglos nos saludan al pasar. En las aldeas se ven
minaretes.
Llegando a la frontera con Albania nos encontramos una cola interminable de
coches. La policía charla con toda tranquilidad con los pasajeros. No hay
ninguna prisa. Nos colamos hasta primera fila pero los tramites son lentos.
Hay que pagar 10 euros por persona como derecho de tránsito. En la nacional a
Shkoder la gente camina por el medio de la carretera. Pasa un carro que
lleva pasajeros y una moto.
La entrada a la ciudad es cañera. Basura y chatarra por
todos lados, gallinas y cerdos
sueltos, casas muy pobres. El puente que atraviesa el río y da
entrada a la ciudad está hecho con traviesas de madera.
Nada mas parar vemos una tienda con material de bicis. Hay todo tipo de repuestos y
baratísimos. Celso compra una cubierta nueva por dos euros que cambia enseguida
entusiasmado. Y es que en Shkoder la mayor parte de la gente se mueve en
bicicleta.
Aquí conocemos a Edi, nuestro primer amigo en Albania. Es maestro y nos guía
por las calles de Shkoder para buscar hotel. Vemos tres. El mítico Rozafat es
el más barato (15 euros) pero está deteriorado: cristales rotos, pintura
desconchada. Cogemos una habitación en el Argenti
por 30 euros. Comemos los dos por 6 euros.
Al atardecer la gente sale a pasear por la calle. En algunas motos van cuatro personas. No existen normas de circulación. Coches, bicis, motos, van por donde les parece sin que haya problemas de colisiones. Desde las 6,30 de la tarde no hay energía eléctrica ni agua corriente durante 12 horas. Cientos de generadores a gasolina situados en las aceras comienzan a funcionar, con ruido ensordecedor.
Zef Beka
Shkoder
Miércoles 1 de Agosto
Etapa 22. Shkoder-Tirana. 100 km
La carretera de Shkoder a Tirana es llana y recta. A los lados se
ven de vez en cuando niños vendiendo sandías bajo un pequeño toldo.Los
campesinos llevan a sus gallinas al campo para que coman mientras ellos
trabajan. Paramos a desayunar en un bar de carretera. Todo lo que tienen es
café de olla. Lo pedimos con leche pero la mujer no entiende. Después de un
rato vuelve con unas jarras de leche recién ordeñada para que
bebamos . Hay muchas gasolineras cerradas o a medio construir y puestos donde
venden carne. Una gran parte de las divisas de Albania provienen de los
emigrantes en Italia. La mayor parte de la población habla bien italiano.
A las once y media de la mañana ya estamos en
Tirana. En la entrada
alucinamos. La carretera en tramos es impracticable, con socavones que los coches esquivan con dificultad. Por las
orillas transita gente llevando carne, neveras, colchones
y otros enseres. El tráfico es una locura. Las calles llenas de baches y agujeros no son aptas para
las bicis. Aquí no hay turistas.
Cerca de la gran plaza central, donde está el edificio de la ópera encontramos el hotel "Nobel". Por el mismo precio que en Shkoder (30 euros) la
habitación está mucho mejor y tiene aire acondicionado. En el comedor,
agradable y tranquilo, saboreamos platos de la cocina albanesa. Recomendado a
los viajeros que lleguen a Tirana; se encuentra detrás del hotel "Tirana
Internacional".
Película:
"La conquista de Albania"
de Alfonso Ungría.1983
Ibrahim Tatlises: "Mavi, Mavi" (Nº1 in Albania)
Jueves 2 de Agosto
Etapa 23.Tirana-Elbasán-Ohrid-Gradiste. 170 km
De Tirana a Elbasán hay dos carreteras. Elegimos la antigua, que atraviesa un
puerto de montaña pero tiene menos tráfico. En la cuneta un hombre está
desollando una vaca. Cerca de la cima, en una casa hay una jaula con dos
águilas. En la bajada, campesinos venden higos y aceite.
En Elbassán hay feria y curioseamos observando a la gente de diferentes etnias y vestimentas. Comemos higos en el mercado y continuamos la etapa subiendo durante horas junto al cauce del río Shkumbin, encajonado entre montañas. Pescadores echan redes circulares desde la orilla. Por el camino asistimos a la celebración de una boda donde tocan instrumentos típicos y los invitados bailan en corros.
Cuando llevamos 100 km., en Prrenjas, aparece un valle cerrado y al fondo una ladera en la que se divisa la carretera ascendiendo en largos zigzags. Los camiones bajan muy despacio frenando para sujetarse en la pendiente del 12 por ciento.
En Elbassán hay feria y curioseamos observando a la gente de diferentes etnias y vestimentas. Comemos higos en el mercado y continuamos la etapa subiendo durante horas junto al cauce del río Shkumbin, encajonado entre montañas. Pescadores echan redes circulares desde la orilla. Por el camino asistimos a la celebración de una boda donde tocan instrumentos típicos y los invitados bailan en corros.
Cuando llevamos 100 km., en Prrenjas, aparece un valle cerrado y al fondo una ladera en la que se divisa la carretera ascendiendo en largos zigzags. Los camiones bajan muy despacio frenando para sujetarse en la pendiente del 12 por ciento.
En la subida, niños sin camiseta esperan para lavar coches y
venden peces que mantienen vivos en tinas.
Cuando llegamos, extenuados, a la cima decidimos cambiar la ruta. Como vamos
bien de tiempo giramos hacia el norte para entrar en Macedonia.
Chavales montados en burros salen a nuestro encuentro y nos animan con gritos
desde la ladera del monte.
Cruzamos la frontera por Cafasán y entramos en el
octavo país de nuestro viaje. El paisaje se vuelve verde, la gente va con mejor aspecto y hay menos basura en las carreteras. Bordeamos el
lago de Ohrid, el mar de agua dulce de los macedonios, pero en Ohrid no hay donde dormir y continuamos hasta Gradiste donde nos indicaron que hay un camping. Llegamos ya de noche. Los servicios
sanitarios están tan sucios que no se pueden utilizar.
Esta es la etapa más dura hasta el momento.
1 comentario:
Gracias por compartir aventuras que ahora degustamos los demás.
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